martes, 7 de julio de 2015

Esos raros trabajos nuevos

  


    La llegada del hombre a Marte fue una farsa – disparó Dany mientras sostenía un vaso desechable lleno de expreso y miraba azaroso a ambos lados de la vía, advirtiendo su deseo de cruzarla antes de que lo indicara el semáforo.
       Tienes que dejar de consumir toda esa basura conspirativa en la red – le dije. De haber sido un montaje ¿crees que la coalición espacial entre chinos y brasileños no lo habría develado? Es decir, con tantas cámaras, satélites y chatarra deambulando por nuestro sistema solar, alguien tendría que haberse dado cuenta… ¿verdad?
       Crees demasiado en el mass media – reparó, sorbió un poco de café y tomó impulso para arrojar su cuerpo en dirección a un vehículo que pasaba a alta velocidad frente a nosotros. Naturalmente, el auto paró al instante, en seco, no sin antes hacerle pasar un mal rato a sus ocupantes, los cuales nos lanzaron una mirada amarga desde las ventanas, ya que casi con seguridad un poco de café caliente o de té chai se habría regado sobre sus pantalones.
       Dany sonrió y retrocedió hacia el andén una vez el vehículo reanudó la marcha, “la broma del aventón” siempre lograba ponerle de buen animo. El truco en realidad era una tontería, era bien sabido por todos que el control de cualquier automotor, e incluso de cualquier maquinaria medianamente sofisticada, hacía ya bastante años había escapado a cualquier vestigio de intervención humana. Sensores de todo tipo conectados veinticuatro horas a la gran nube de información se intercomunicaban en tiempo real entre si, reduciendo tanto colisiones terrestres y aéreas como desastres industriales y laborales prácticamente a cero. La llamada por Dany “broma del aventón” resultaba pues, siendo una estupidez predecible, propia de preadolescentes rebeldes. Necedades que no cabría esperar de dos tipos bien trajeados rozando los veinticinco años que laboran en pleno corazón del distrito recreativo de la ciudad.
       Siete de julio. Un día como hoy, llegó el primero de los ángeles de Neon Génesis Evangelion a destruir Tokio– dijo Dany indiferente mientras le lanzaba miradas lujuriosas a una mujer que caminaba prácticamente desnuda junto a nosotros y esperaba junto con el resto de peatones a que el semáforo arrojara luz verde para avanzar.
       Ya fuera por el acoso de las miradas, o solo por seguir el ritmo de la canción que sonaba en su reproductor personal de música, la mujer se adelantó unos cuantos segundos al cambio de luz y no esperó a que el tráfico vehicular se detuviera por completo. Una acción sin consecuencias aparentes, y mucho menos fatales. Pero a veces, y no con mucha frecuencia, la señal de un dispositivo no es lanzada a tiempo a la nube. Un satélite se desvía unos cuantos centímetros de su curso. Un transistor se resiste a conducir un pulso eléctrico cuando tiene que hacerlo, y entonces ocurre lo imposible: una mujer semidesnuda es impactada por un módulo autómata de transporte de valores, unas dos toneladas de polímero y metal acelerados a casi 300 kph frenando en seco alcanzan a golpear su cuerpo y el drama de los tacones volando, las hojas de un portafolio saliendo despedidas por los aires y la cabeza de una chica chocando fríamente contra el suelo, se repite una vez más.
      A veces las noticias dan cuenta de incidentes como este, pero solo cuando tienes que verlo con tus propios ojos y a pocos centímetros de distancia, pones las cosas realmente en perspectiva.
       ¡Se mató, esa joven se mató! gritó una mujer a nuestro lado. El tráfico quedó paralizado, las alarmas lumínicas y auditivas de los autos circundantes se activaron, pronto una nube de personas se encontraba rodeando el cuerpo aparentemente sin vida de la chica.            
      Un hombre empezó a temblar nerviosamente, otros corrieron espantados, una mujer empezó a chillar desconsolada, incluso Dany y su característico gesto cínico de sabio griego, se habían desvanecido para dar paso a un hombre preocupado y consciente, algún remordimiento tendría que acarrearle el hecho de haber sobrevivido decenas de veces al numerito del carro que frena a escasos centímetros de sus rodillas a voluntad, para ahora tener que presenciar, frente a frente, el espectáculo de una persona que en verdad es arrollada por un automotor.
       —¿Habrá algún médico aquí? ¡Por Dios! dijo Dany visiblemente alterado acercándose más a la mujer que yacía tendida en el suelo ¿alguien que sepa primeros auxilios siquiera? Yo, yo no se … yo soy DJ, ¡Qué hago Dios mío ¿qué hacemos?
       ¡Yo también soy DJ! – grité fuerte a la multitud¿Alguien acá que sepa por lo menos que pasos seguir o a quién llamar?
       ¡Por Dios no!, yo soy chef…dijo una chica al fondo entre sollozosYo soy Social Managerdijo alguien con voz temblorosa más al fondo – ¡Nosotros somos gráficos!replicaron otros en coro atrás¡Yo soy fotógrafo! documentaré su posición actual, quizá sea de utilidad mientras llega la ayuda especializadadijo otro mientras sacaba una imponente y anticuada cámara análoga de su bolso, disponiéndose a sacar, no sin asombro, unas cuantas tomas.
      En ninguna parte de Evangelion mencionan que el primer o el segundo contacto ocurrieran un siete de julio, pensé. Volví a la escena. Un espeso charco escarlata empezaba a rodear la cabeza de la pobre chica que reposaba sobre el asfalto, sin que si quiera uno de nosotros tuviera la menor oportunidad de socorrerla o idea alguna de qué hacer.